Manos y Miradas en el Tantra
"Los amantes se situan frente a frente. Se miran, se intercomunican con la mirada. A través de los ojos hay un poderoso intercambio de energías y se descubren muchos matices hermosos y sugerentes. Ya ese intercambio de energías visuales (que forma parte del paralenguaje) provoca en muchos amantes gran excitación y anhelo de entrega. Después se acompaña el intercambio de miradas con tomarse las manos y sentir vivamente unas en las otras, mensajeras de vivencias muy cercanas. La energía y tibieza de las manos tienen su lenguaje particular y muy elocuente. No hay prisa, no hay urgencia, así que los amantes se toman el tiempo que quieran en estos preliminares: miradas, intercambios de energías, algunas caricias incipientes, algún beso cálido y entrañable, la mejilla en la mejilla, tal vez un estremecimiento o la respiración que se apresura. Los labios demorándose en los labios; quiza una palabra tierna o el silencio embargador" (Ramiro Calle, "El Amor Mágico y la Sexualidad Sagrada", pág. 92)
Este uso de miradas y manos entra en la vertiente afectivo-amorosa del Tantra indio, y este lenguaje corporal no es únicamente oriental en su esencia. Lo que ha ocurrido en Occidente (y en otros lugares) es que se ha sacrificado en aras de una sociedad capitalista severa que preconiza la falta de tiempo, una competitividad fraticida y la falta de comunicación entre las personas (Estas tres situaciones no tienen nada que ver con un desapego sano y nos abocan a una rutina empobrecedora vitalmente hablando). El contacto y tener tiempo para uno y los demás son muy beneficiosos en el aspecto psicológico. En el tema de la pareja hay que vivirla, hay que disfrutarla, y esta también nos tiene que vivirnos y disfrutarnos. ¿Una obviedad? Seguramente sí... pero esta obviedad hay que llevarla a la práctica.
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