Digital vs. formato físico (CD, vinilo, cassette)

Durante el transcurso de una conversación que tuve con Alfredo Lorenzo, el responsable de Discos Tangará, este me comentó que la histórica discográfica brasileña Som Livre ya solo edita en formato digital desde el año pasado (y que los artistas sertanejos no necesitan salir de Brasil al ser un mercado potencial de 200 millones de personas) lo que me hizo plantearme la pregunta de hacia donde se encamina el futuro de la música. Yo mismo estoy comenzando a comprar productos únicamente digitales (mas concretamente EPs de Marilia Mendonça y su álbum Patroas 35%) y, que quereis que os diga, tienen la ventaja de que no ocupan espacio y al final la experiencia está en la música, y no en el formato. Solo hay un gran pero, que el estándar comercial sea el formato MP3 (o el equivalente de Apple) y no el FLAC u otro formato sin pérdidas. En el momento en que el estándar cambie, no habrá diferencia para un melómano. Otra cosa será el coleccionismo, donde lo físico prima y hay que tener en cuenta los pros y contras de cada formato. 

El CD o disco compacto nació "oficialmente" hace 40 años y fue una gran idea a nivel de soporte musical y ahorro de espacio, pero prisionero de las precauciones que se tuvieron en la época (la resolución y volúmenes ridículamente bajos de muchos CDs primerizos vienen de allí). Se vendió la panacea durante esos primeros años de que al ser leídos por un laser no había desgaste (como pasa con la aguja de los discos de vinilo o los cabezales de las cintas de cassette) y de que eran muy resistentes a manchas y arañazos. Claro que era así, pero había que aplicar la lógica de no tratar un CD como si fuera un posavasos o exponerlo al sol del verano. 

Otra cosa que no sabíamos en la época sobre los discos compactos y que se ha visto después de 25-30 años es que el material con el cual se hicieron los CDs de peor calidad (siempre que no fuera algo inerte como el oro) eran susceptible de oxidación y comenzaban a aparecer el disc rot o bronceado. Este disc-rot bronceado en aquel en que el CD va tomando el color del café o comienzan a aparecer como manchas. 

Luego el tema de los pinholes. Estos últimos se pueden detectar colocando el disco frente a una luz y buscar en la superficie pequeños puntos que la dejen pasar, no más grandes que la punta de una aguja (cuidado con los daños físicos en la superficie para no confundirlos). No obstante, solo he detectado este problema en una minoria de los discos compactos veteranos de mi discoteca (y solo lo he visto generalizado este problema en los bootlegs italianos de Giants of Jazz y la colección Top Jazz de Sarpe -además en estos últimos el 90% se volvían ilegibles por el morro tuvieran estos agujeros o no-) y he notado que no suele reproducirse en los que tienen una etiqueta opaca por encima en lugar de solo tinta. De momento no he encontrado un caso de CD con un pinhole o más que haga que la corrección de errores no pueda leer la música (de hecho, es muy raro que ocurra). Y alguno que he escuchado con clicks o sonido distorsionado en el PC me iba bien en un reproductor normal de CD de audio (cada lector laser podría ser un mundo) y no tenía pinholes. También he visto comentado en foros especializados de música que incluso puede ser que los pinholes estuvieran presentes ya por diversas causas cuando le lanzaron originalmente, y que no van a crecer más.

Tanto en un caso como en el otro, en los compactos que no he visto este problema supongo que ya han pasado la prueba del tiempo y me sobrevivirán que es de lo que se trata.  

El principal problema del CD fue como nos lo vendieron en la época de que era eterno, y si lo sabían era una total despreocupación por los amantes de la música. De todas formas, ahora es inútil descalificar el formato en nombre de una "pureza" melómana o audíófila frente al vinilo. Y como bromeábamos mi amigo Házael González y yo si nos ponemos puristas nos iríamos a los discos de pizarra o incluso antes de que se pudiera grabar la música, cuando esta era eterea o, con suerte, fisicamente en partitura.   

Los discos de vinilo son el formato físico histórico por autonomasia de la música clásica y popular, y para los que lo hemos vivido es algo especial. Aparte de la parte musical, estaba poder disponer en tamaño grande del artwork (y de lo que ahora se llama libretos) y esa rutina tan analógica de cambiar de cara cuando terminaba la última canción de un lado. Pero hay que aclarar que querer volver a los discos de vinilo como están haciendo es una completa locura, porque ahora las grabaciones maestras son digitales, el material con el que se fabrican los vinilos es peor y tienen una electricidad estática del copón. Y algo que los que vivimos los vinilos en su época sabemos muy bien, de que un vinilo saltara o se quedara encallado por la interacción de la aguja de nuestro tocadiscos (cuando cada unidad es un mundo y un disco puede saltar o encallarse en uno e ir sin problemas en otro). Y eso sin contar con los clicks o pops de rigor (que irónicamente han vuelto cuando algunos CDs se deterioran de verdad). Ahora todos estos incovenientes con discos de vinilo nuevos es un incordio, y más si vives fuera de una gran ciudad si quieres cambiar la aguja o de tocadiscos. Antes si querías cambiar el disco ibas personalmente a la tienda y lo cambiabas, ¿Ahora habría que devolverlo a Amazon? Como dirían los mexicanos, vete a la chingada!

Como conclusión: Dar con un tocadiscos que sea bueno (no los actuales de estética vintage que son destrozavinilos por la fuerza de su aguja) y comprar vinilos de segunda mano en buen estado pero siendo flexible con los tics y demás impurezas mientras no salte o se raye. Para los que vivan en Barcelona (España) o alrededores aconsejo las tiendas Revolver e Impacto de C/Tallers (al lado de Plaza Cataluña) y Barcelona City Records (bajando por Via Laietana desde Plza. Urquinaona y torciendo por Pere Mas Alt). 

Las entrañables cintas de cassette fueron el compañero del formato de disco de vinilo durante mucho tiempo y era una manera de escuchar música más barata y que ocupaba menos espacio. Estaban fabricadas de óxido férrico y de dióxido de cromo (que eran de mejor calidad). Los contras: la posibilidad de que se enrollaran en los cabezales con lo que (si esta no se partía) se arruinaba para siempre el sonido. También que la cinta perdiera óxido ensuciando los cabezales y el sonido de posteriores cintas.  En este punto recuerdo lo horribles que eran las cintas de Warner, Elektra y la casa que publicaba The Alan Parsons Project (que me obligaron en su totalidad a sustituirlas por su versión en formato vinilo o CD).

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