Escena de Primavera, Verano, Otoño, Invierno y Primavera de Kim Ki-Duk
Una de las escenas más destacadas -y duras- de esta película del director surcoreano Kim Ki-Duk. Combina elementos filosóficos del taoísmo (el ciclo natural) y el budismo son (el zen coreano). En estos diez minutos de película se pone de manifiesto la responsabilidad de los actos humanos cuando se daña a otro ser vivo (hombre o animal). La karuna (comprensión, empatía y compasión del sufrimiento ajeno) es un acto de aprendizaje en el alma humana:
Acudí a ver esta película con reticencia. No conecto con gran parte del cine asiático (la mayoría de veces ridículo, retorcido y algo snob) y lo cierto es que Kim Ki-Duk me parece un pedante sobrevalorado, además de un auténtico coñazo. Pero he de admitir que con 'Primavera...', me llevé una grata sorpresa: dura y hermosa a la vez, me parece una fascinante fábula taoísta plagada de preciosas imágenes (en este sentido, es un regalo para la vista) y dotada de una profunda carga espiritual. Formalmente exquisita, a la vez que una acertada metáfora sobre el autoconocimiento.
ResponderEliminarQue lo cortés no quita lo valiente...
Yo de cine asiático conozco las películas que he visto de temática espiritual o de género de terror, y de momento me han gustado. El concepto de los fantasmas en el terror japones y chino (procedente de su cultura) crea gran intranquilidad.
ResponderEliminarRecuerdo que Primavera... me la aconsejaron dos amigos en el FNAC de Barcelona (y otras personas previamente en la Red). Me la acabé comprando en original, y macho... fue un visionado impactante, como muestra un botón: la escena de esta entrada :-)
ResponderEliminarLa contemplación de la naturaleza no pasa desapercibida, y menos para los que vivimos en los hormigueros de asfalto que son las ciudades.
Lo que provoca que todavía valoremos más la belleza de una montaña nevada o el ocre de un bosque otoñal. Para los urbanitas a la fuerza (como yo), la contemplación de la naturaleza en un estado más o menos virgen, es una fuente de considerable gozo. Acostumbrados a vivir entre helechos poligoneros, cárceles de hormigón, bosquecillos maltratados y agonizantes... la súbita aparición de un pico montañoso iluminado por el atardecer o un riachuelo límpido y cantarín (tan raro de encontrar como un perro verde), representa lo más cercano a la alegría que se pueda concebir.
ResponderEliminarSin embargo, esta especie de asfixia espiritual y estética provocada por un entorno mediocre, maloliente y terriblemente violento, provoca la rebeldía de las almas sensibles y creativas que agudizan su sentido del gusto y su amor por todo aquello que resplandece de eterna y verdadera belleza.
ResponderEliminarEstoy seguro que no sería el gran fotográfo en que me he convertido (te ruego que perdones mi arrogancia), si no me hubiera críado en este entorno de mierda que casi acaba conmigo... Uno aprende a valorar lo que realmente importa, precisamente cuando en su vida cotidiana está sumido en un limbo gobernado y poblado por IGNORANTES y MALVADOS.
No temas por lo de "gran". Ese "gran" puede entenderse de mil maneras, no únicamente como exaltación del ego (que quede a juicio de la persona). También este punto sería discutible, porque para ser un artista lo más normal es tener un poco de ego, ¿no?
ResponderEliminarNo es lo mismo ser un "gran" lector de libros, un "gran" degustador de música o un "gran" creador de fotografías que un "gran" maltratador de personas.