Juan De Dios Garduño: "Y pese a todo..."


Y pese a todo... de Juan De Dios Garduño es un ejemplo de ese tipo de ficción que surge cuando un tipo de literatura de género se instaura en el mercado.  No lo estoy diciendo desde el punto de vista comercial, sino desde otra perspectiva que ahora voy a explicar.  Cuando Apocalipsis Z de Manel Loureiro inició su andadura editorial en Dolmen hace ya cuatro años, poco podíamos imaginarnos lectores y editoriales que con el tiempo se iba a crear una escena literaria de temática zombi en nuestro país. Al seminal y paradigmático ejemplo de fidelidad romeriana Apocalipsis Z le siguió el fenómeno de simpatía y fans de Los Caminantes de Carlos Sisí y el más espiritual y filosófico Diario de un Zombi de Sergi Llauger. En este último ya se encuentran las primeras y poderosas trazas del tipo de ficción al que me quiero referir con Y pese a todo... en el cual el proceso de cristalización de la temática zombi ya está dando un estándar de situaciones y lugares comunes que, de cara al escritor, facilitan su trabajo o, en el caso de Juan De Dios Garduño, lo incita a introducir novedades y variaciones que chirrian para el lector más purista o resultan una novedad para el que no quiere más de lo mismo.  
       
Y pese a todo... es carnaza potencial para este segundo grupo de lectores, ya que es un ejemplo de novela de zombis muy desligada de los tópicos romerianos (que después de más de cuarenta años del estreno de La Noche de los Muertos Vivientes están más vistos que el tebeo). Esto es de agradecer después del aluvión de novelas y relatos zombis de los últimos años (unos buenos y otros no tanto) en el que la oferta ya es tan grande que es preciso seleccionar.
      
La obra que nos ocupa narra la lucha de tres seres humanos en un mundo post-apocalíptico: Patrick Sthendall, su ex-amigo Peter (luego explicaré porqué) y Ketty, la hija de este último. Una guerra mundial estúpida (como todas las guerras) ha dejado despoblada Bangor (Maine, Estados Unidos) y nuestros protagonistas sobreviven como pueden en un escenario de nieve y frio prácticamente perpetuos. El uso indiscriminado de armas biológicas ha provocado la mutación de seres humanos a monstruosos híbridos de zombis y bestias simiescas que buscan la carne de sus otrora compañeros de especie, y el trío de personajes de Bangor saben que día tras día tienen que lidiar con esto. Por si fuera poco, la relación entre Patrick y Peter es un caso de amistad rota en la cual la exaltación del ego ha hecho el resto para impedir una marcha atrás. Y pese a todo... ahonda en este punto y es interesante ver como los dos hombres  desarrollan su aversión mutua, escenifican como han llegado a ese punto y dan un inmenso valor a la única compañía que conservan: la niña Ketty en el caso de Peter y el perro husky de Patrick (co-protagonista de uno de los momentos más intensos y con más nervio de la novela).
La novela de Juande De Dios Garduño comienza con un estilo costumbrista influenciado por Stephen King y luego, a partir de un cierto momento, coge una velocidad e intensidad tales que incita a leer sin parar. De hecho... ¡leí las cien últimas páginas en una sola noche! La prosa utilizada es accesible a cualquier fortuna (ni simple a lo Asimov ni recargada a lo Dostoyevski), y se adecua a los distintos momentos: más lenta en los momentos costumbristas y más intensa en los momentos de acción. El autor también hace un uso acertado de flashbacks donde los protagonistas rememoran parte de su pasado (como la huida de la familia de Peter y su familia en autobus).

Si tuviera que dar una valoración de Y pese a todo... (que ha captado el interés de la productora de la película Celda 211 para una adaptación al celuloide) esta sería altamente positiva y en el caso de dar alguna sugerencia, sería la de dar más cuerpo a la prosa de las últimas páginas del libro.  De lo que no cabe duda es que la novela de Garduño ya pertenece a otro tipo de ficción zombi, otro estadio donde la exigencia de una adhesión al estándar romeriano sería como poner palos a las ruedas... Y es que el siguiente paso es el viejo sueño de cualquier aspirante a escritor de terror, ese  fan apasionado que tiene referentes como Poe, Machen, Lovecraft o King pero que, en el fondo de su corazón, quiere ser algo más que el epígono de estos y ambiciona tener su propio estilo e independencia.

P.D. No estará de más llamar la atención sobre el ameno y eléctrico prólogo de David Jasso, que prácticamente forma parte de la novela.

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