Viaje a Brasil (Río, Iguaçu y Salvador de Bahía)

Entre los días 12 y 22 de noviembre visité Brasil, más concretamente las ciudades de Río de Janeiro y Salvador de Bahía y las selvas del Iguaçu, tanto las del lado brasileño como las del argentino (donde se encuentra la colosal Catarata del Diablo). Fue una experiencia maravillosa, muy regeneradora a nivel físico, mental y espiritual. Si San Petersburgo fue una explosión de Historia, Brasil lo es de Naturaleza. Ocurrió algo que no es usual cuando te creas buenas expectativas. Mi interés y afición por la música y cultura brasileñas ya venían casi desde mi adolescencia, pero la experiencia fue todavía mucho mejor que lo que preveían mis expectativas, dejándome un sentimiento de morriña (saudade en Brasil) por volver y visitar otros lugares de Brasil pendientes.


Los dos primeros días (de tres) en Río de Janeiro fueron pasados por agua (lluvia persistente) y con suerte pudimos visitar bien el Pan de Azucar y la Catedral de San Sebastián. Al tercer día un poco de sol... después de experimentar un poco de la playa de Copacabana pospuse una visita al Palacio Imperial de Petrópolis ya que Copacabana me resultó irresistible para pasar el día. Te dan ganas de pasear, hacer deporte, de cuidarte, de mirar el horizonte y meditar (como hace la chica de la foto). Te sientes muy vivo, en resumen. Llegué andando hasta las playas de Arpoador e Ipanema, igual de agradables para extenderte sobre la arena con tu toalla y la crema solar. Mi primer baño en la playa de Copacabana fue involuntario. Me caí de espaldas por la fuerza de las olas del Atlántico y este pasó por encima limpiando la arena pegada a mi cuerpo (y mojando la pobre toalla). Me reí como un niño por lo gracioso pero a la vez entrañable de la situación, la cual siempre recordaré.


ENCONTRARSE DE SOPETÓN CON LA ECLOSIÓN DE LA BOSSA NOVA. Volvía de mi primer paseo entre Ipanema y Copacabana, sin cámara, y he dado de forma inesperada con el edificio donde estuvo el apartamento de la cantora Nara Leao, en el cual se reunían entre 1957 y 1963 la primera generacion de compositores y musicos del estilo Bossa Nova. En posteriores salidas no he podido hallarlo de nuevo para hacer una foto, pero la sorpresa de la experiencia no me la va a quitar nadie.


Abandoné Río con tristeza porque hubiera querido estar más días, pero en Foz de Iguaçu me encontré otra experiencia gratificante donde hallé la fuerza de la Naturaleza y, más concretamente, de las cataratas del lado brasileño. Me apunté a un vuelo en helicóptero donde fue posible ver la selva en todo su esplendor. Una mención al Recanto Park Hotel, una pasada de sítio (de arquitectura peculiar) que parece una mini-ciudad. Está lejos de ciudades grandes. Tiene de todo, incluido gimnasio, Spa, discoteca, salas de recreo infantil, etc... El personal (como también el caso del urbano Windsor Palace de Río) cuida al cliente. También grandes deseos de cuidarse y hacer deporte.


Y del Iguaçu brasileño pasé el día siguiente en el lado argentino de esta frondosa selva. Si el primero ya me impresionó, el segundo fue todavía más intenso. Algo que no se olvida, una Naturaleza masiva y voluptuosa capaz de matarte si das un paso en falso: Jaguares, pumas, tapires, cocodrilos o caimanes, murcielagos vampiros y las anacondas son parte de la fauna de este parque aunque la mayoria se escondan del hombre. Los animales que no se esconden son los coatíes, tan graciosos como desvergonzados a la hora de robar la comida a los turistas (con los lugareños no son tan valientes). En el cielo estaban los urubús, aves carroñeras que también vi en Salvador dias después. La vista de la Garganta del Diablo es impresionante, 80 metros de caída de agua que te hacen sentir muy pequeño y darte cuenta de que la naturaleza puede acabar con el hombre al minimo descuido de este. Me apunté a un viaje en barca que navegaba por las aguas rápidas y por debajo de alguna de las cataratas, tan estimulante como el viaje en helicóptero.


Dejé Iguaçu con saudade también, y después de una escala en Brasilia llegué a Salvador de Bahía para tres días. Si Río es playa e Iguazú es selva, Salvador de Bahía es ver y sentir el gigantismo refrescante del Oceano Atlantico, aparte del africanismo y la musicalidad que se palpa. Parte de lo primero lo facilita la situación del hotel Othon Palace, cuyo edificio y piscina está unos metros por encima de la playa y se veía una perspectiva envidiable, siendo todavía más impresionante en los momentos de tormenta tropical (cuando podía observar desde mi habitación el oceano embravecido y las palmeras capeando el temporal). En los momentos de sol o medio tapado, quisiera destacar la humedad envolvente pero acogedora del mar de Salvador, que te invita a tumbarse, descansar y oir las olas. Al final, a pesar de la lluvia podimos visitar el Faro da Barra y el Pelourinho, el casco antiguo de la ciudad, donde pudimos ver un montón de iglesias, calles como la Baixa dos Sapateiros, edificios de la época colonial o la estatua en honor a Zumbi dos Palmares). Como podeis suponer a estas alturas, Salvador de Bahía también me conquistó y fue la tercera ocasión en la que sentí deseos de haberme quedado más dias. Durante mi ultima noche en tierra por Salvador y Brasil no podía evitar sentir pena por marcharme, una parte de mi alma no quería irse. Venía con buenas expectativas pero ha sido muchisimo mejor! Lo que tengo muy claro es mi retorno, en Río me quedaron cosas pendientes y existen muchos estados, culturas muy distintas y parajes naturales como la Amazonia. Es mas un continente que un pais. Ary Barroso tiene razón, no es ¨Brasil¨, es ¨Aquarela do Brasil¨


Quisiera destacar algo que ya intuí en Río, en Iguaçú y que se confirmó en Salvador, y es la sociabilidad, hospitalidad y hablar suave de muchos brasileros y turistas argentinos. Muy amigables. Ya me ocurrió en Rio con un matrimonio argentino que me invitó a visitar Buenos Aires, con un miembro de la tripulacion de Goiás del avión a Brasilia, con un taxista de Bahía y un matrimonio de origen gaúcho (con este último caso horas amenas en la piscina del hotel -con algún mono paseando por las barandillas- y en el desayuno hablando en portugues sobre música, cultura y viajes realizados). En general, los brasileños me dieron la impresión de gente que quieren mucho su país, que  tienen una cultura más de vivir el momento presente y que, en el lado más jodido, piensan que sufren corrupción política e inseguridad pero sin que ello afecte su concepto de vivir la vida (Aquí en Europa solo preocupa a los medios de comunicación cuando afecta a los turistas). 


Brasil me ha dejado impregnado de una tranquilidad tipo brisa marina que dura días después del viaje... Eso y ganas de hacer deporte, una intención de cuidarme más. 

Para terminar, los cinco videos que monté con mis pasos por Río de Janeiro, el Iguaçu brasileño, el Iguazú argentino, una breve visita a Paraguay y Salvador de Bahía. A pesar de todo, ninguna foto ni vídeo logrará jamás hacer justicia a lo que el ojo humano percibe cuando está allí...






ADDENDA DEL DIA 13-12-2016: Un recuerdo más del viaje... Los músicos callejeros de Río eran grupos de samba que tenían un ritmo que pá que! Tenían el sabor de lo auténtico. Al volver los músicos callejeros de aquí (por buenos que sean) solo logran ser copias toquen lo que toquen.

ADDENDA DEL DIA 22-12-2016: Recuerdo un encuentro curioso con un chico que llevaba una camiseta con la forma de la geografía de Cataluña. Resultó ser un suizo que vivió durante algún tiempo en la ciudad de Barcelona o alrededores. Seguro que le resultó tan llamativo el encuentro como a mí, allí en la Avda. Atlántica en Copacabana :-)

ADDENDA DEL DIA 31-03-2017: Un bonito párrafo de mi colega Mario García sobre lo que fue mi viaje: "Brasil lo cultivaste mucho tiempo atrás antes de partir. No lo sabías pero lo anhelabas. Es una experiencia muy especial la tuya, es dificil que hubiese fracasado"

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