J.R.R. Tolkien, H.P. Lovecraft y Juan Antonio Cebrián

Fusión visual de elementos tolkinianos y lovecraftianos

Juan Antonio Cebrián (1965-2007) era conocido por prestar atención a escritores de literatura fantástica y de terror en su programa de radio La Rosa de los Vientos (Onda Cero). Que sirvan como ejemplo estos dos trabajos sobre el autor de fantasía J.R.R. Tolkien (1892-1973) y el escritor de terror Howard Phillips Lovecraft (1890-1937)


 

Comentarios

  1. En mi opinión, Tolkien es un incomparable creador de mundos y, a pesar de la carencia de ritmo de parte de su obra, un magnífico narrador. Recomiendo la lectura de 'Tolkien; hombre y mito', análisis de la vida y el legado del genio escrita por Joseph Pearce. En este libro se ofrece una respuesta meditada y serena a gran parte de los furibundos ataques (fruto de la envidia, el esnobismo y la incapacidad de acceder al misticismo de su obra) de los que ha sido objeto el viejo profesor.

    Un ejemplo de la tremenda belleza y melancolía que impregnaban algunos de sus párrafos:

    'Con tristeza hemos de separarnos, mas no con desesperación. ¡Mira! No estamos sujetos para siempre a los confines del mundo, y del otro lado hay algo más que recuerdos. ¡Adiós!'

    (Últimas palabras de Aragorn, hijo de Arathorn, dichas a Arwen, hija de Elrond y señor de Rivendel)

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    1. Efectivamente haces bién en remarcar la carencia de parte de ritmo en algunas partes de su obra y su gran magía en otras. A veces los fans de Tolkien dan la sensación de que JRRT es Dios, cosa que a Tolkien le hubiera horrorizado (como seguro que le hubiera horrorizado algunas cosas de las películas de Peter Jackson).

      Siempre me encanta en cada relectura el cuarto capítulo-libro de El Señor de los Anillos, el de corte más terrorífico con la Cienaga de los Muertos y el Antro de Ella La-Araña.

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    2. Sí. Y la escena en que penetran en los Senderos de los Muertos, allí donde los Hombres de las Montañas cumplían condena por traicionar a Isildur. Está muy bien descrita, aunque Jackson se encargó de banalizarla y convertirla casi en una semiparodia. Horrible, en verdad.

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  2. Me quedo, también, con las palabras que el profesor Eduardo Segura (autor de un magnífico análisis: 'Tolkien; Mitopoeia y Mitología) le dedicó:

    'Las obras de Tolkien satisfacen anhelos de trascendencia'

    La verdad es que lo clavó. Al menos, en mi caso. Para todo el que carezca de esos anhelos, será muy difícil acceder a la esencia de su obra.

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    1. Cualquier obra artística (literaria, musical, cinematográfica, pictórica, etc...) pasa por el crisol del degustador de la obra, que siempre se verá atraído por lo que más capté su mundo interior.

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    2. Precisamente por eso, a mucha gente le cuesta captar el fervoroso anhelo de eternidad que planea sobre todo su legado literario. En esta época, en que nuestra dimensión espiritual ha sido soterrada, ridiculizada y perseguida, ese elemento omnipresente en toda su obra (ese deseo, casi necesidad, de trascendencia), ha sido precisamente uno de los aspectos que más han irritado al mundillo de la crítica más cerrilmente snob.

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  3. Completamente en desacuerdo, también, con los que pregonan que los personajes de Tolkien carecen de profundidad u hondura dramática, que son planos o no tienen aristas, que son (como defiende un contertulio) o 'muy buenos' o 'muy malos'. Ése es uno de los tópicos más generalizados entre los que tienden a juzgar con condescendencia la obra de Tolkien. Parecen olvidar, por ejemplo, la figura trágica de Gollum, poseído por la fiebre del Anillo, torturado hasta lo indecible por la culpa y el deseo; o el orgullo mal entendido de Elfos y Hombres, que desemboca varias veces en resoluciones terriblemente dramáticas. Tolkien trata este tema en algunas de sus mejores historias: el de cómo la soberbia precede a la caída. Me viene a la mente, por ejemplo, la historia de los hijos de Húrin o la de Fëanor y su juramento maldito. En ambos casos, y a lo largo de toda la historia de 'El Silmarillion', estas dos especies, hijos de Eru, presentan tantos claroscuros como pueda quererle encontrar uno.

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    1. ¿Lo dices por el ex-tolkiniano que entrevistan en el programa de Juan Antonio Cebrián? Es curioso que el fan de Tolkien sea Jesús Callejo que no lo vivió en su juventud :-)

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    2. Para mí, sería difícil renegar de un legado que marcó mi adolescencia y contribuyó a mi propia, por pedante que suene, formación artística.

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  4. Sin olvidar, por supuesto, a los Enanos, raza creada por un Valar, que ha dado muestras muchas veces de un sentido de la posesión y una codicia mortal (recordemos el asesinato del rey Thingol a manos de los enanos de Nogrod).

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    1. La codicia y el afan de poseer pueden condicionar el lenguaje corporal de una persona volviéndola como más pequeña y con músculos muy poco flexibles.

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    2. Ahí tenemos a Gollum, al que su locura transformó en un ser abyecto. Ya hemos comentado muchas veces la incidencia de las emociones sobre nuestros cuerpos. Gollum, devorado por el deseo y la malicia, se convirtió en una espcie de monstruo retorcido e implacable que jamás halló la paz (salvo, tal vez, en su muerte).

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    3. Para que luego hablen de la famosa falta de profundidad en sus personajes...

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  5. Antes de terminar, y aprovechando esta entrada, quisiera dar mi opinión sobre el papel que desempeñan las mujeres en la obra de Tolkien.
    Uno de los aspectos que más se le reprochan al escritor (sobre todo entre determinados sectores feminazis), es el irrelevante papel que desempeña el género femenino en su obra.
    Pareciera, si hacemos caso de tales opiniones, que la figura de la mujer queda reducida a mero adorno o trofeo.
    Yo no lo veo así.
    El papel que ha desarrollado la figura de la mujer en la vida y la obra (pues ambas están intrínsecamente unidas) de Tolkien es fundamental.
    Posiblemente fue Mabel Tolkien, su valiente y abnegada madre, la primera y más importante influencia a la hora de despertar en él la semilla de la creación artística. Fue ella la que inculcó en el joven Ronald un temprano amor por la la belleza y la estructura del lenguaje y, seguramente, la que determinó su concepción romántica e idealizada acerca del género femenino.
    Es Tolkien, a pesar de la estrechez de miras de ciertos analfaespirituales, uno de los autores masculinos que con mayor fervor celebran la dignidad y la feminidad de la mujer. Es cierto que, en el aspecto cuantitativo, la frecuencia con que esta aparece en su obra es escasa. Pero tal resolución parece obedecer más a criterios de corte estilístico que a una supuesta (e infundada) misoginia.
    En Tolkien, la figura de la mujer alcanza (en términos conceptuales) alturas ciertamente elevadas y su influencia en el desarrollo de los acontecimientos que se suceden a lo largo de la historia de la Tierra Media es, sólo hay que echarle un vistazo a 'El Silmarillion', FUNDAMENTAL.
    En Tolkien la figura de la mujer siempre ve 'más allá', mucho 'más allá' que la mayoría de hombres. Pienso en Melian de Doriath, esposa del rey Thingol, cuya mirada y designios eran temidos incluso por Morgoth Bauglir, y cuyo poder y sabiduría sólo eran comparables con los más altos Maiar. O en Galadriel, soberana de Lothlórien, cuya capacidad para penetrar en corazones y mentes era anatema para el propio Sauron, Señor Oscuro de Mordor.
    En Tolkien, pues, las mujeres son fuente de inspiración y conocimiento, tan valerosas y fuertes como lo puedan ser los mayores paladines de los hombres, hermosas y terribles, sabias y pacientes, tenaces, resolutivas cuando llega el momento, dulces, guerreras, capaces de mirar a los ojos de la muerte y reirse de ella (y sí; pienso en Eowyn, buscando, como mujer, la gloria en la batalla).
    En Tolkien las mujeres se enamoran, desesperan, hacen sacrificios por ese mismo amor (hermosa Lúthien), inspiran, aconsejan, alivian el dolor, luchan contra el destino más adverso...
    Porque en Tolkien, a modo de conclusión, la mujer es un ser poderoso, tratado con respeto y reverencia, cuya influencia se ve potenciada precisamente por la lejanía en que sitúa su figura. Pero siempre está ahí. Expectante. Preparada. Presente constamente en el corazón de nuestros héroes y en el propio corazón del maestro inglés.

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  6. Se ha hecho de algo tan anecdótico como el personaje de Arwen el summum de la concepción de Tolkien sobre la mujer. Para contrarrestarlo están Eowyn y Galadriel.

    Igualmente, aunque no hubiera sido así Tolkien hubiera sido un hijo de su tiempo, lo que tendrían que recordar los que buscan connotaciones racistas en El Señor de los Anillos.

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  7. Pero es que Tolkien amaba a las mujeres. Eso es lo que no entienden ciertos talibanes de lo políticamente correcto. No hay nada malo en su concepción de la mujer como un ser dador de vida y de luz, sanador, valiente y sacrificado.

    ¿Que hombre, en su sano juicio, no se enamoraría de Arwen de Rivendel o Eowyn de Rohan?.

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